EL CABALLO CRIOLLO
Por: Néstor Soria
Raza Criolla Argentina: 1,40
m a 1,50 m; cabeza de frente ancha y vértice fino; cuello de largo mediano;
cañas cortas; pelajes variados: rosillo, zaino, alazán, cebruno, oscuro,
lobuno, azulejo, etc.
Cuando
la Patria era un bosquejo y los hombres que habitaban este suelo soñaban con
materializarla y darle un nombre propio, hubo un personaje atado a los primeros
pasos de esta historia, sin el cual todo hubiese sido más lento, menos probable.
De figura modesta, pelo entregrueso de
las crines a la cola, belfo abierto al aliento del galope, incansable, insomne,
manso y de ojos inteligentes, este ser, de aspecto desmirriado, ya surcaba por
entonces llanos y cordilleras, vadeaba
ríos y en los cañadones y bardas del sur argentino, compartiendo toldos con los
Mapuches, modelaba su estirpe y su nombre nacional: El Caballo Criollo
Argentino, al que afectuosamente
llamamos “Criollito”.
Atrás de su
sangre quedó el origen ibérico con el que llegó a estas comarcas verdes de la
América del Sur, fueron los tiempos en que el español se lanzó a
conquistar nuestros pueblos, ese mismo
conquistador que lo soltó a su suerte en las pampas abiertas del territorio. Y
fue precisamente la pampa india de la araucanía la primera en atesorarlo,
transformándolo, a veces, en un compañero de soledades, otras, en arma para la
guerra y, aunque cause tristeza, también
en sustento para su hambre.
Sus leyendas e historias se cuentan por miles, todas
hablan de su fidelidad para con el hombre, de su audacia y valor, de su entrega
en arriesgadas misiones que en más de una ocasión le costaron la vida.
Ahí está, sin estridencias, nuestro Caballito Criollo
Argentino.
Luciendo una infinidad de pelajes: El
zaino, el bayo, el alazán, el tordillo, el gateado, el moro, el blanco, el
overo...
Todos con sus características testas:
El malacara, el pampa, el pico blanco, el estrella...
Localizado también por los dibujos de
sus patas y manos: Calzado de adelante, calzado de atrás, con media bota, botas
con delantal, bailarín...
Es justicia, como tucumano, como
norteño y como argentino, rememorar su aporte a la historia y a las tradiciones
culturales del país, copiando de su sencillo perfil estas palabras que no son
más que un reconocimiento que él se ganó,
por acompañarnos tan de cerca, es decir, por estar siempre, a “salto de
estribo”.
Algunos argumentos para declarar al CABALLO
CRIOLLO ARGENTINO: Patrimonio Natural y Cultural de la Provincia de Tucumán y
de la Argentina
Por estar ligado
a la emancipación y formación de la patria. Hecho que sin su presencia, hubiera
resultado mucho más lento y menos probable.
Porque sus
leyendas e historias, que se cuentan por
miles, hablan, siempre, de su fidelidad para con el hombre, de su audacia y
valor, de su entrega en arriesgadas misiones, que en más de una ocasión le
costaron la vida.
Porque, a pesar
del paso de los años y la irrupción de la tecnología y la maquinaria en
nuestras zonas rurales, sus servicios siguen siendo indispensables para el
hombre de campo.
Por ser un símbolo de nuestra tradición criolla, escenificada siempre y en todo el país, en las fiestas ganaderas, festivales folklóricos, carreras cuadreras, juegos de destrezas, desfiles militares, etc.
OTROS......
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