Néstor Soria
Tucumán -Argentina
sobre lo mismo: El descubrimiento ocurrido en 1492 ¿Sirvió
para integrar a esta selvática y pródiga dehesa al resto del
mundo? El sólo hecho de decir conquista ¿Basta para
aceptar el exterminio de tanta gente? ¿Les era necesario
a los intrusos el apelar a tamaña barbarie, con pueblos que
vivían en su territorio arreglando sus asuntos internamente?
¿Fue de provecho para los nativos el ofrendar sus vidas
en las minas de Potosí? ¿Necesitaban esos nativos de la
aparición de los encomenderos para fructificar sus
tierras? ¿Precisaban esos nativos de las pestes traídas de
Europa, para regular el número de sus poblaciones?
Amigo, mi respuesta es un terminante ¡NO!
Y sigo preguntando:
¿Carecían los pueblos nativos de idiomas propios?
¿No respetaban las leyes del ayllu?
¿Quién puede asegurar que la tan recitada integración con
otros pueblos del orbe, no era un proceso que iba a darse
lentamente y a su debido tiempo? ¿Acaso existió la
integración? ¿Desconocemos cuál fue el tratamiento que los
nativos recibieron desde la aparición de los conquistadores?
En cualquier libro barato nos enteramos de cómo fueron
sometidos a la servidumbre más ignominiosa y cruel, afrenta
carnal y álmica que causó la desaparición de miles, más bien,
de millones de ellos.
Ya transcurridos más de quinientos años desde aquel funesto 12
de octubre de 1492, fecha en la que un desquiciado
-desorientado- marino, sin tierra ni domicilio conocido
cabalmente, lanzado a la aventura de conseguir especias para sazonar
las comidas de un rey y su consorte, nosotros,
los que poblamos la América del Sur,
las comidas de un rey y su consorte, nosotros,
los que poblamos la América del Sur,
debemos honrar a quienes fueron los dueños indiscutidos
de esta casa-territorio que ocupamos.
Mi homenaje, sencillo pero profundo, al que hoy te invito a que te sumes,
no tiene coronas, ni palmas, ni discursos grandilocuentes:
Desgrana un solo diente de maíz y llévalo a la
boca, hazlo jugar entre tus encías y la lengua,
siente su textura, deja que tu saliva ya impregnada
del pequeño vegetal se escurra hasta tu garganta, y bébela,
luego pon el grano a germinar en tu patio,
en tu vereda, en tu balcón, a los pocos días tendrás
un tallo que es un trocito taíno de esta América.
Masca un maní, pero no retires su cáscara,
paladea el amargo de su envoltura, busca su pulpa
que sabe a tierra tostada, en él está la gracia
arauaca, tan americana como tantas sangres.
Si tienes a mano una hoja de la ancestral Coca,
saca tu lengua cuanto puedas y ponla sobre ella, tal como a una ostia,
luego guárdala en tu boca y estrújala contra
el paladar, ella te hablará de esta América del Sur.
luego guárdala en tu boca y estrújala contra
el paladar, ella te hablará de esta América del Sur.
O pellizca de un cigarrillo una brizna de
tabaco, muérdela aunque la escupas al instante,
en tu boca quedará el regusto de esa resinosa hoja
que habla de América del Sur.
O muerde un tomate, aquel fruto que el invasor
vio como a un veneno, por lo rojo, y hoy
valora en Euros, allí también está esta
América del Sur.
O aférrate a una caja coplera, con chirlera
o sin ella,de un palo o de dos, haz tamborilear
sobre su cuero el dedo pulgar, cadenciosa,
lentamente, como para una vidala;
si no está a tu alcance
o sin ella,de un palo o de dos, haz tamborilear
sobre su cuero el dedo pulgar, cadenciosa,
lentamente, como para una vidala;
si no está a tu alcance
ese “pedazo de luna en la tierra”, lo mismo
puedes golpear sobre tu mesa, o suavemente sobre
el pecho de tu hijo, el pulso te hablará de
esta América del Sur.
Amigo: Si no tienes a tu alcance las cosas
que te propongo en mi homenaje, al menos
pronuncia una palabra en idiomas de esta América:
que te propongo en mi homenaje, al menos
pronuncia una palabra en idiomas de esta América:
Cacique, canoa, patata, chajra (chacra),
chuy (sentir frío), pampa, cancha, poroto,
Ñaño (hermano)…
Por otro octubre Sudamericano y nuestro.
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