Hola amigos



En este espacio diré algunas cosas mías y ustedes después de leerlas o escucharlas, pueden comentarlas. Es un lindo modo de lenguajear. Un abrazo. Néstor Soria


miércoles, 5 de octubre de 2011

1492 LA INTEGRACIÓN QUE NO FUE TAL

1492 LA INTEGRACIÓN QUE NO FUE TAL
                           
                                                          Néstor Soria
                                                                                          Tucumán -Argentina

                                                                                      
 Hace más de 200 años que en la América del Sur discutimos 
sobre lo mismo: El descubrimiento ocurrido en 1492 ¿Sirvió
 para integrar a esta  selvática y pródiga dehesa al resto del 
mundo? El sólo hecho de decir conquista ¿Basta para 
aceptar el exterminio de tanta gente? ¿Les era necesario 
a los intrusos el apelar a tamaña barbarie, con pueblos que 
vivían en su territorio arreglando sus asuntos internamente? 
¿Fue de provecho para los nativos el ofrendar sus vidas 
en las minas de Potosí? ¿Necesitaban esos nativos de la 
aparición de los encomenderos para fructificar sus 
tierras? ¿Precisaban esos nativos de las pestes traídas de 
Europa, para regular  el número de sus poblaciones?
Amigo, mi respuesta es un terminante ¡NO!
Y sigo preguntando:
¿Carecían los pueblos nativos de idiomas propios? 
¿No respetaban las leyes del ayllu? 
¿Quién puede asegurar que la tan recitada integración con 
otros pueblos del orbeno era un proceso que iba a darse 
lentamente y a su debido tiempo? ¿Acaso existió la 
integración? ¿Desconocemos cuál fue el tratamiento que los 
nativos recibieron desde la aparición de los conquistadores?
 En cualquier libro barato nos enteramos de cómo fueron 
sometidos a la servidumbre más ignominiosa y cruel, afrenta 
carnal y álmica que causó la desaparición de miles, más bien, 
de millones de ellos.
Ya transcurridos más de quinientos años desde aquel funesto 12
 de octubre de 1492, fecha en la que un desquiciado 
-desorientado- marino, sin tierra ni domicilio conocido 
cabalmente, lanzado a la aventura de conseguir especias para sazonar 
las comidas de un rey y su consorte, nosotros,
los que poblamos la América del Sur, 
debemos honrar quienes fueron los dueños indiscutidos 
de esta casa-territorio que ocupamos.
Mi homenaje, sencillo pero profundo, al que hoy te invito a que te  sumes,
no tiene coronas, ni palmas, ni discursos grandilocuentes:
Desgrana un solo diente de maíz y llévalo a la 
boca, hazlo jugar entre tus encías y la lengua, 
siente su textura, deja que tu saliva ya impregnada
 del pequeño vegetal se escurra hasta tu garganta, y bébela,
 luego pon el grano a germinar en tu patio, 
en tu vereda, en tu balcón, a los pocos días tendrás
 un tallo que es un trocito taíno de esta América.
Masca un maní, pero no retires su cáscara, 
paladea el amargo de su envoltura, busca su pulpa
 que sabe a tierra tostada, en él está la gracia 
arauaca, tan americana como tantas sangres.  
Si tienes a mano una hoja de la ancestral Coca,
 saca tu lengua cuanto puedas y ponla sobre ella, tal como a una ostia, 
luego guárdala en tu boca y estrújala contra 
el paladar, ella te hablará de esta América del Sur.  
O pellizca de un cigarrillo una brizna de 
tabaco, muérdela aunque la escupas al instante, 
en tu boca quedará el regusto de esa resinosa hoja 
que habla de América del Sur.
O muerde un tomate, aquel fruto que el invasor
 vio como a un veneno, por lo rojo, y hoy 
valora en Euros, allí también está esta 
América del Sur.
O aférrate a una caja coplera, con chirlera 
o sin ella,de un palo o de dos, haz tamborilear 
sobre su cuero el dedo pulgar, cadenciosa, 
lentamente, como para una vidala; 
si no está a tu alcance
 ese “pedazo de luna en la tierra”, lo mismo 
puedes golpear sobre tu mesa, o suavemente sobre 
el pecho de tu hijo, el pulso te hablará de 
esta América del Sur.
Amigo: Si no tienes a tu alcance las cosas 
que te propongo en mi homenaje, al menos 
pronuncia una palabra en idiomas de esta América: 
Cacique, canoa, patata, chajra (chacra), 
chuy (sentir frío), pampa, cancha, poroto,
 Ñaño (hermano)…
                 Por otro octubre Sudamericano y nuestro.
    

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