En este espacio diré algunas cosas mías y ustedes después de leerlas o escucharlas, pueden comentarlas. Es un lindo modo de lenguajear. Un abrazo. Néstor Soria
Conversaciones en octubre es una actividad nueva que se suma al proyecto Octubre Literario y Cultural. La vida, las anécdotas, los viajes, los encuentros y desencuentros, los escenarios históricos, el mundo que inspira a un escritor ayuda a iluminar su obra. Ese es el objetivo que persigue esta nueva propuesta. Arturo Álvarez Sosa y Néstor Soria, dos reconocidos escritores de nuestra provincia, tendrán un "mano a mano" con los estudiantes de nuestra facultad y el público lector, el día miércoles 26 de octubre a hs 17:00, en la Biblioteca Emilio Carilla de nuestra Casa de Estudios. Coordinará el Dr. Ricardo Kaliman
El poeta famaillense, de Nueva Baviera, Néstor Soria, estará presente en las actividades del octubre literario.
La poesia de Soria fue musicalizada por compositores como Hernán Gamboa (Venezuela), Rubén Cruz, Juan Falú, Topo Encinar, Raúl Carnota, Rolando Valladares, Leopoldo Deza, y otros.
Néstor Soria participará de Conversaciones en Octubre (26/10/2011) y del Recital de Poetas y Músicos Tucumanos, el 28 de octubre en el MUNT.
Son muchos los bautismos arribeños(*) que han sido toqueteados
por los curas de la conquista y la colonia. Así es como, luego de más de 500
años, nos parezca natural el llamarnos: Soria como yo, Hernández, López,
González y… la lista es larga.
Pero hay apellidos arribeños que perduran y de entre
ellos traigo uno: Guitián, sí, Guitián que suena tan musical a mi
pronunciación.
El “Juancho” Guitián que nombro en la zamba que compuse
con Raúl Carnota y se titula: “Luna de Guitián”, es un descendiente de esos
pueblos (allá arriba se viene de todo un pueblo, no de una familia).
El “Juancho”, fallecido en 2009, era un hombre tan simple
como un arroyo. Estaba hecho al trabajo injusto de carpir la tierra propia,
pero ajena por unos papeles fraudulentos. Ya ni le permitían habitar su palmo y
tuvo que armar un rancho en predio fiscal. Quizás de ahí le nacía esa necesidad que lo empujaba a beber,
en abundancia, un etílico barato, vino pisa’o a puro talón, fermentado al
rocío. Uno tras otro esos tragos, mezclados al desasosiego que le causaba su
suerte, lo mantenían en un sopor donde la razón, tal como la entendemos casi
todos, se enajena.
Recuerdo haberlo escuchado vociferar fieramente más de
una vez.
Desde “La Calladita”, casa donde vivo en Raco, su
vivienda no era muy visible; pero confundido entre el tronar de música
bailantera se alzaban sus gritos que llegaban a mis orejas, sentenciosos,
amenazantes, a veces atrevidos. Nunca dijo contra quién o quiénes era su despotrique.
Hoy, luego de haber casi convivido con el “Juancho” más
de 10 años, sé que en aquella gleba donde hundía su pala, en cada terrón húmedo
de savia, el rezumo de sus choznos, bisabuelos y padres, se destapaba como un
llanto innoble, y él, retorcida la mente por el alcohol, se negaba a mirarlo,
era como si se escapara de tan infame realidad.
¡Descansa en paz, amigo, vecino. Tu grito, mientras yo
viva, tendrá su justificación y saldré a prolongarlo, aunque sea cantándote!
(*)
Arribeño: Habitante de los pueblos cerreños, de arriba.
RAÚL CARNOTA CANTA LUNA DE GUITIÁN
Luna de Guitián
L: Néstor Soria - M: Raúl Carnota
Por
Raco brota la miel
que se trepa a la fruta del Tala,
pecha el verano en bajada
la promesa turbia de algún temporal
y anda la Luna raqueña
velando al que sueña su pan vegetal.
Sola comienza a romper
la morena semilla del arcaj,
hurga Guitián con la pala
los mendrugos sucios del poco jornal,
doblado en fundos ajenos
queriendo ser dueño de hacienda y maizal.
Ay qué capricho
Guitián,
reclamar esta tierra que es tuya,
donde una siesta de lluvia
escondiste abuelos bajo el pedregal
y que La Pacha y la luna
sus savias rezuman del viejo antigal.
Hueco alarido te vas
cuando el vino se endiabla en tu pecho,
meta putiar tus reniegos,
la boca patalcka y hediondo de alcohol,
hecho intención de vidala
quejido que sala
tu lamentación.
Urde este 'Juancho' Guitián
una amarga labor que le achuza los brazos,
le minga tiempo al descanso
hasta que se apaga cual seco candil,
cuando tirao entre trapos
la luna de Raco lo pajcha a dormir.
Néstor Soria con niños de Raco, en La Calladita, año 2009.
martes, 18 de octubre de 2011
ZAINO CARTONERO (Milonga)
Letra: Néstor Soria
NO
HAS DE MORAR EN PESEBRE
NI
EN EL BOX DE LOS MIMADO,
VIEJO
ZAINO DESMIRRIADO
CAUTIVO
DE UN CARTONERO,
QUE
TAMBIÉN LA PASA FIERO
ALA POBREZA AMARRADO.
SIN
UN FESTÍN DE MELALFA
COMIENDO
LA GRAMA DURA,
NO
SOS LA CABALGADURA
DE
UN SEÑORITO DE ALCURNIA,
A
VOS TE TAPA LA TURBIA
RESACA
DE LA BASURA.
VIVÍS SUJETO A LAS
VARAS
DE UN DESTARTALADO
CARRO,
EL CUERO LLENO DE
BARRO
DESDE
EL LOMO HASTA LOS VASOS.
NUNCA
SERÁS UN PEGASO
DE
PORTE BRIOSO Y BIZARRO.
ANDÁS
SIEMPRE PELECHANDO
DONDE
TE ROZA EL PECHERO,
Y
TENÉS COSTRONES FIEROS
LONJEADO
POR LAS CADENAS
Y
EL AZOTE DE LA SUELA
DEL
LÁTIGO DEL CARRERO.
DESDE
LA CRIN A LA COLA
EL
PIANO DE TU PESCUEZO,
TIENE
LAS TECLAS DE HUESO
Y
UN ARPA SON TUS COSTILLAS,
UN
ENCORDA’O LAS CUARTILLAS
COMO
PA’ HACER UN ARPEGIO.
METIDO ENTRE
BOCINAZOS
ESCUCHÁS MIL
PUTEADURAS,
DEL TRÁFICO QUE LO
APURA
A TU ANDAR PURO
CANSANCIO,
SIN MIRAR ESOS
“VENANCIOS”
QUE NO CALZAS HERRADURAS.
SI SE DETIENE TU
MARCHA
TE ALIMENTÁS CON
DESECHOS,
CREYENDO QUE SON DE
AFRECHO
SUCIOS PAPELES Y
TRAPOS,
DESPUÉS DORMITÁS UN
RATO
CON UNA OREJA EN
ACECHO.
AL REGRESAR AL BALDÍO
NI BIEN TE SACAN LA
CINCHA,
SENTÍS QUE LEJOS
RELINCHA
UN PADRILLO FAROLERO,
Y VOS QUE NO SOS
ENTERO
METES EL CULO EN LA
QUINCHA.
PONGA BUEN TROTE MI
ZAINO
AUNQUE SU MUNDO NO ES
BELLO,
USTED NO SERÁ DE
AQUELLOS
CON CHAPEADOS EN LAS
RIENDAS,
QUIZÁS SU SANGRE
DESCIENDA
DE LA CRUZA CON
CAMELLO.
HABITANTE DEL
SUBURBIO
VECINO DE LOS
BARRIALES,
COMO UN NIÑO DE LA
CALLE
CONOCÉS TODAS LAS
LUNAS,
PERO HAY UNA QUE TE
ACUNA
Y ES LA DE LOS
MARGINALES.
DE VOS NO TIENE
NOTICIAS
LA SOCIEDAD
PROTECTORA,
CUANDO TE LLEGUE LA
HORA
SERÁS CARNE PA’ LOS
BUITRES
Y EN LA QUEMA HUMOSA
Y TRISTE
SABRÁS QUE NADIE TE
LLORA.
ESTRIBILLO
VIEJO ZAINO, ESTA
MILONGA
NO TE ALIVIANA LA
CARGA,
NINGUNA CARTA LO
EMPARDA
AL NAIPE QUE TE HA
TOCADO.
SEGUÍ NOMÁS
DESMIRRIADO
MIRANDO CON
ANTEOJERAS,
ESTA REALIDAD FULERA
QUE A MIS SEXTINAS ALARGA,
PUES SERÁ TU VIDA
AMARGA
POR MÁS QUE YO NO LO
QUIERA.
miércoles, 12 de octubre de 2011
NI DESCUBRIMIENTO NI ENCUENTRO.
LATROCINIO
Y ASESINATO
Néstor Soria
Tucumán - Argentina
Ya
pasaron 519 años y como decía mi abuelo: ‘El poncho no aparece’. No hay una voz
que en siglo XXI se alce para confesar los delitos. Sí, los delitos de saqueo,
de destrucción moral, física y material, de sometimiento, y el que es peor, el
de homicidio.
¿Descubrimiento? Cómo descubrir lo que ya
existe.
Resulta que quienes sostienen
ese sofisma luego afirman que fue el encuentro de dos mundos. En qué quedamos.
Además encuentro es el acercamiento entre dos partes, no el que una de ellas
avasalle a la otra.
Esta lado sur del continente ya
estaba conformada, en 1492, por etos milenarios. En la diversidad de rasgos
culturales que la región contenía, los dioses propios, no prestados, regían
armónicamente la vida: Alopa Char - dios de los cielos Maya, Quiché y Chorti-;
Wiracocha - el Ripa Yupanqui de los peruanos-; Pachamama - ordenadora del
cosmos-. Y muchos más. Todos derribados; reemplazados por un libro donde nadie,
de esta región del mundo, pudo escuchar la voz de un dios. ‘Dios de bondad’
dicta un salmo elevado a Cristo. Cristo fieramente usado por saqueadores y
deliberados homicidas.
A LA TIERRA MANCILLADA
Tierra
mía. Colón, Puerto de Palos,
arribando
a tu Edén de playas castas.
Cargamento
de pestes y de ratas,
marinero
con rumbo equivocado.
Carabelas
con curas y soldados
destruyendo
tus dioses y tus lanzas.
Asesino
arcabuz cargando a ultranza
contra
el noble señor de tus reinados.
Tierra mía, violada en tus
doncellas
sobre
piras humeantes, sobre escombros,
no
habrá siglos que mengüen el asombro
ni
habrá reyes que eviten tus querellas.
Aquel
sino de sangre ¡Tierra Amada!
y un
olor como a muerte por octubre,
son
cadáveres que la historia pudre
insepultos,
testigos de la infamia.
El
Callao, Potosí, mis rotos valles,
el
Aymara, el Kakan, el Kejchua sabio,
que
propaguen al mundo tanto escarnio
¡Que
la América India no se calle!
Néstor Soria
Por un 12 de octubre con memoria y
reclamos de justicia.
EL CABALLO CRIOLLO
Por:
Néstor Soria
Raza Criolla Argentina:1,40
m a 1,50 m; cabeza de frente ancha y vértice fino; cuello de largo mediano;
cañas cortas; pelajes variados: rosillo, zaino, alazán, cebruno, oscuro,
lobuno, azulejo, etc.
Cuando
la Patria era un bosquejo y los hombres que habitaban este suelo soñaban con
materializarla y darle un nombre propio, hubo un personaje atado a los primeros
pasos de esta historia, sin el cual todo hubiese sido más lento, menos probable.
De figura modesta, pelo entregrueso de
las crines a la cola, belfo abierto al aliento del galope, incansable, insomne,
manso y de ojos inteligentes, este ser, de aspecto desmirriado, ya surcaba por
entonces llanos y cordilleras, vadeaba
ríos y en los cañadones y bardas del sur argentino, compartiendo toldos con los
Mapuches, modelaba su estirpe y su nombre nacional: El Caballo Criollo
Argentino, al que afectuosamente
llamamos “Criollito”.
Atrás de su
sangre quedó el origen ibérico con el que llegó a estas comarcas verdes de la
América del Sur, fueron los tiempos en que el español se lanzó a
conquistar nuestros pueblos, ese mismo
conquistador que lo soltó a su suerte en las pampas abiertas del territorio. Y
fue precisamente la pampa india de la araucanía la primera en atesorarlo,
transformándolo, a veces, en un compañero de soledades, otras, en arma para la
guerra y, aunque cause tristeza, también
en sustento para su hambre.
Sus leyendas e historias se cuentan por miles, todas
hablan de su fidelidad para con el hombre, de su audacia y valor, de su entrega
en arriesgadas misiones que en más de una ocasión le costaron la vida.
Fue tiro de los carruajes en las profundas huellas de barrosos caminos; cuja de banderas y estandartes de los gloriosos ejércitos patrios; aró la tierra para prosperidad de los hombres; viajó, cruzando las infectadas selvas amazónicas y venciendo su propia resistencia, desde Buenos Aires a Nueva York, o sea más de 15.000 Km, en las figuras de dos de sus congéneres: “Mancha” y “Gato”; trasladó heridos y enfermos desde los pueblos de campaña hasta las ciudades; el cuerpo de los caídos en batalla, como Juan Galo de Lavalle, encontró en su lomo una austera cureña; fue veloz chasqui que puso a salvo a mucha gente y evitó derrotas carísimas para nuestra argentinidad; paseó la belleza de nuestras donosas en incontables y alegres desfiles; es aquel sillonero pasuco que inmortalizó Atahualpa Yupanqui, en su emotiva zamba “Adiós Tucumán”; fue, con su duro guardamonte, el acorazado vehículo de guerra de las montoneras norteñas. Belgrano, San Martín, Aráoz de La Madrid y tantos otros, confiaron en su baquianía y arrojo. Cabe decir, y todos lo sabemos, que para este cabal amigo del hombre nada es tiempo pasado, hoy, cuando el machinatismo y la tecnología pueden darle un merecido descanso, el Caballo Criollo Argentino sigue siendo una herramienta valiosa en nuestra ruralidad. Aun puede vérselo en los patios de algunas escuelas desde el norte al sur de la Argentina; nuestros médicos y docentes de montaña menguan el cansancio en su lomo confiable; gauchos y cantores acompasan sus coplas al son de las caronas que lo visten; rey en las festivas jineteadas de los encuentros tradicionales; obrero raso en las Estancias, donde apadrina a esbeltos ejemplares de razas extranjeras, esos que no soportan la intemperie ni las hambrunas que nuestro “criollito” a veces pasa.
Ahí está, sin estridencias, nuestro Caballito Criollo
Argentino.
Luciendo una infinidad de pelajes: El
zaino, el bayo, el alazán, el tordillo, el gateado, el moro, el blanco, el
overo...
Todos con sus características testas:
El malacara, el pampa, el pico blanco, el estrella...
Localizado también por los dibujos de
sus patas y manos: Calzado de adelante, calzado de atrás, con media bota, botas
con delantal, bailarín...
Es justicia, como tucumano, como
norteño y como argentino, rememorar su aporte a la historia y a las tradiciones
culturales del país, copiando de su sencillo perfil estas palabras que no son
más que un reconocimiento que él se ganó,
por acompañarnos tan de cerca, es decir, por estar siempre, a “salto de
estribo”.
Algunos argumentos para declarar al CABALLO
CRIOLLO ARGENTINO: Patrimonio Natural y Cultural de la Provincia de Tucumán y
de la Argentina
Por estar ligado
a la emancipación y formación de la patria. Hecho que sin su presencia, hubiera
resultado mucho más lento y menos probable.
Porque sus
leyendas e historias, que se cuentan por
miles, hablan, siempre, de su fidelidad para con el hombre, de su audacia y
valor, de su entrega en arriesgadas misiones, que en más de una ocasión le
costaron la vida.
Porque, a pesar
del paso de los años y la irrupción de la tecnología y la maquinaria en
nuestras zonas rurales, sus servicios siguen siendo indispensables para el
hombre de campo.
Por seguir trabajando en toda nuestra línea de montaña como excelente colaborador de: médicos, docentes, policías, estudiantes, arrieros, baquianos, trasladando gente en emergencia sanitaria, etc.
Por ser un símbolo de nuestra tradición criolla, escenificada siempre y en todo el país, en las fiestas ganaderas, festivales folklóricos, carreras cuadreras, juegos de destrezas, desfiles militares, etc.
Hace más de 200 años que en la América del Sur discutimos sobre lo mismo: El descubrimiento ocurrido en 1492 ¿Sirvió para integrar a esta selvática y pródiga dehesa al resto del mundo? El sólo hecho de decir conquista ¿Basta para aceptar el exterminio de tanta gente? ¿Les era necesario a los intrusos el apelar a tamaña barbarie, con pueblos que vivían en su territorio arreglando sus asuntos internamente? ¿Fue de provecho para los nativos el ofrendar sus vidas en las minas de Potosí? ¿Necesitaban esos nativos de la aparición de los encomenderos para fructificar sus tierras? ¿Precisaban esos nativos de las pestes traídas de Europa, para regular el número de sus poblaciones?
Amigo, mi respuesta es un terminante ¡NO!
Y sigo preguntando:
¿Carecían los pueblos nativos de idiomas propios?
¿No respetaban las leyes del ayllu?
¿Quién puede asegurar que la tan recitada integración con
otros pueblos del orbe, no era un proceso que iba a darse
lentamente y a su debido tiempo? ¿Acaso existió la
integración? ¿Desconocemos cuál fue el tratamiento que los
nativos recibieron desde la aparición de los conquistadores?
En cualquier libro barato nos enteramos de cómo fueron
sometidos a la servidumbre más ignominiosa y cruel, afrenta
carnal y álmica que causó la desaparición de miles, más bien,
de millones de ellos.
Ya transcurridos más de quinientos años desde aquel funesto 12
de octubre de 1492, fecha en la que un desquiciado
-desorientado- marino, sin tierra ni domicilio conocido
cabalmente, lanzado a la aventura de conseguir especias para sazonar las comidas de un rey y su consorte, nosotros, los que poblamos la América del Sur,
debemos honrar a quienes fueron los dueños indiscutidos
de esta casa-territorio que ocupamos.
Mi homenaje, sencillo pero profundo, al que hoy te invito a que te sumes,
no tiene coronas, ni palmas, ni discursos grandilocuentes:
Desgrana un solo diente de maíz y llévalo a la
boca, hazlo jugar entre tus encías y la lengua,
siente su textura, deja que tu saliva ya impregnada
del pequeño vegetal se escurra hasta tu garganta, y bébela,
luego pon el grano a germinar en tu patio,
en tu vereda, en tu balcón, a los pocos días tendrás
un tallo que es un trocito taíno de esta América.
Masca un maní, pero no retires su cáscara,
paladea el amargo de su envoltura, busca su pulpa
que sabe a tierra tostada, en él está la gracia
arauaca, tan americana como tantas sangres.
Si tienes a mano una hoja de la ancestral Coca,
saca tu lengua cuanto puedas y ponla sobre ella, tal como a una ostia, luego guárdala en tu boca y estrújala contra el paladar, ella te hablará de esta América del Sur.
O pellizca de un cigarrillo una brizna de
tabaco, muérdela aunque la escupas al instante,
en tu boca quedará el regusto de esa resinosa hoja
que habla de América del Sur.
O muerde un tomate, aquel fruto que el invasor
vio como a un veneno, por lo rojo, y hoy
valora en Euros, allí también está esta
América del Sur.
O aférrate a una caja coplera, con chirlera o sin ella,de un palo o de dos, haz tamborilear sobre su cuero el dedo pulgar, cadenciosa, lentamente, como para una vidala; si no está a tu alcance
ese “pedazo de luna en la tierra”, lo mismo
puedes golpear sobre tu mesa, o suavemente sobre
el pecho de tu hijo, el pulso te hablará de
esta América del Sur.
Amigo: Si no tienes a tu alcance las cosas que te propongo en mi homenaje, al menos pronuncia una palabra en idiomas de esta América: